Estos son los comienzos de los dolores.

Los comienzos de los dolores

I. El valor de estos hechos en relación con la vida y el carácter del Señor. El es el profeta de la iglesia. Fue un revelador de secretos. Su palabra fue verificada al pie de la letra. La iglesia vive en tiempos malos de la palabra de su Señor invisible.

II. También hay una sugerencia de la conexión de dolores y pecados. El destino de Jerusalén es una serie de tales dolores. Surgen de la infidelidad religiosa y el deterioro moral. Las naciones están condenadas por sus propios actos.

III. Si no aprendemos y no aprendemos los usos divinos de la adversidad, entonces las cosas de las que nos arrepentimos, y que nos son más dolorosas, solo resultarán ser el comienzo de los dolores. Si los castigos divinos menores no nos elevan a estados de ánimo superiores, debe mantenerse en reserva algún fuego de disciplina más ardiente. Debemos ceder inmediatamente a las disciplinas de Dios. ( El Predicador ' s mensual. )

El apoyo del cristiano en tiempos convulsos

Pase lo que pase, debemos calmarnos recordando que el gran Cristo todavía está en el cielo, gobernando por las inmutables leyes de la justicia. En presencia de eventos extraordinarios, los métodos ordinarios de la gracia y providencia de Dios parecerán demasiado lentos y el evangelio común demasiado tranquilo; pero es exactamente en esos momentos cuando más necesitamos mantener nuestra fe en ellos. ( R. Glover. )

Horrores del hambre en el sitio de Jerusalén

Durante este terrible tiempo, la extrema hambruna fue tal, que una judía de familia noble, impulsada por los antojos del hambre, mató a su bebé y lo preparó para comer. De hecho, había comido la mitad cuando los soldados, atraídos por el olor de la comida, la amenazaron con la muerte instantánea si se negaba a mostrarles dónde lo había escondido. Intimidada por esta amenaza, inmediatamente sacó los restos de su hijo; pero, en lugar de sentarse a comer, se sintieron completamente horrorizados; y toda la ciudad se quedó horrorizada, al oír la horrible historia, felicitando a aquellos a quienes la muerte había alejado apresuradamente de escenas tan desgarradoras.

De hecho, la humanidad se estremece y enferma a la vez con la narración; ni nadie de la más mínima sensibilidad puede reflexionar sobre la lamentable condición a la que la parte femenina de los habitantes debe haber sido reducida en este momento, sin experimentar la más tierna emoción de simpatía, o sin dejar de llorar, cuando lee el patético discurso de nuestro Salvador a las mujeres que lo lamentaron cuando lo llevaron al Calvario; porque en ese discurso Él evidentemente se refiere a estos mismos horrores y calamidades.

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