Es gozo para el justo hacer juicio.

El placer de hacer el bien

El texto dice virtualmente: Cuando los buenos magistrados cumplen fielmente su confianza y ejecutan la justicia con imparcialidad, todos los hombres buenos y honestos se regocijan mucho por ello, pero esto trae consigo un terrible terror y consternación sobre los que hacen iniquidad.

I. Es un gran placer para un hombre justo hacer justicia.

1. Porque está actuando según sus propias inclinaciones. Siempre es agradable para un hombre perseguir las inclinaciones naturales o habituales de su mente. Incluso las inclinaciones malvadas y traviesas hacen agradable en cierto grado que el tiempo actúe de acuerdo con ellas.

2. Porque sabe que lo hace bien al hacerlo y que su acción es aprobada por Dios Todopoderoso.

3. Por la esperanza segura que le da el favor de Dios, que ama y recompensa cada vez más a los rectos.

4. Porque es un gran honor que le ha hecho el Dios Todopoderoso ser empleado en hacer parte de Su obra. Porque Dios es el gran hacedor de justicia para con todas sus criaturas.

II. Es un gran placer para los espectadores, si son justos y buenos, ver a buenos magistrados cumpliendo fielmente su deber en la ejecución de la justicia.

1. Porque esto es algo tan necesario y tan beneficioso para la humanidad.

2. Hay algunas facilidades particulares en las que es más especialmente agradable hacer justicia o ver que se haga bien.

III. La ejecución de la justicia es terrible para los malhechores. Tiene que ser así, ya que son ellos los que sufren por ello.

IV. La injusticia y la maldad ciertamente llevarán al hombre a la ruina sin arrepentimiento. En este mundo no puede ser de otra manera, pero algunos escaparán de la justicia, ya que es ejecutada por hombres. Hay uno por encima de quien nadie puede engañar, nadie puede sobornar, que no dejará de hacer el bien a todos. Esta doctrina nos dará motivos suficientes para los deberes a los que todos o cualquiera de nosotros estamos llamados ahora.

1. Elegir un magistrado que creemos que será fiel a la confianza depositada en él.

2. Desempeñar en consecuencia la gran confianza de la magistratura y responder a las esperanzas y expectativas de los hombres buenos.

3. Estar ayudando y asistiendo en su cumplimiento, que es el deber de cada uno según su capacidad y oportunidad.

4. Comportarnos para que un buen magistrado que cumpla fielmente su confianza no sea un terror, sino una alegría y un consuelo para nosotros. ( Samuel Barton, DD )

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