Lávate, pues, y ungete, y vístete con tu vestido.

Lavado, ungido y vestido

¿Necesitamos explicar este lavado, unción y vestimenta? ¿Necesitamos señalar la única fuente del pecado? ¿Necesitamos decir que el aceite de la santa unción, que consagra al creyente en Jesús sacerdote y rey ​​a Dios, es su propio Espíritu bendito? ¿Debemos definir la vestimenta como esa túnica de justicia divina y humana combinada con la que se reviste cada alma que rechaza sus propios trapos inmundos? ( CF Hall. )

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad