El Señor se regocijará en sus obras.

El gozo de Dios en sus obras

Con el espíritu con el que el salmista escribió estas palabras, es posible que tengamos una familiaridad muy poco frecuente e imperfecta. Obligados a familiarizarnos con frecuencia con el dolor, es posible que encontremos que las avenidas del gozo no se nos abren lo suficiente.

I. Considere, entonces, estas “obras del Señor” que lo alegran. Algunos de ellos nos regocijan cuando vemos su uso, su belleza, su perfección. Hay un tesoro de satisfacción en algunas de las obras más comunes de Dios: necesitan poca interpretación, hablan su propia alabanza y la de su Hacedor. Cómo trascienden en perfección toda la exactitud del arte; cuán ordenados son todos sus movimientos circundantes, reprendiendo el descarrío de nuestros volubles esfuerzos; cuán desinteresado es su objetivo; cuán generosa es su generosidad. Nada sin propósito, por incomprensible que sea para nosotros; nada sin una misión especial que cumplir; todo dependiendo de la única Voluntad amorosa por la que fueron llamados a la existencia.

II. Pero la gloria y el significado de la naturaleza necesitan ser interpretados. Se puede decir que este es el oficio del poeta. No del todo, aunque celebramos con justicia a nuestros bardos hebreos. La suya fue una verdadera inspiración. Las creaciones del poeta difieren en carácter de las visiones del vidente espiritual. Y no es solo para los superdotados a los que les llega esta idea. No como las canciones escritas con el alma de la época considero las diversas rapsodias de los escritores inspirados.

Debe haber una base de autoridad profunda y subyacente para las promesas que nos brindan sus palabras. Ellos nos encargan creer que todas las obras de Dios tienden a algunos grandes problemas; que Dios le ha dado al hombre por ser el señor de la naturaleza, de modo que debemos tener en nuestro pensamiento lo que Dios está haciendo por él, para leer correctamente el propósito de toda la creación. Y, para conocer el secreto de la naturaleza, debemos conocer el misterio de la vida humana y sus aparentes fracasos.

Los gemidos de la creación esperan que la gloria se revele en los hijos de Dios. A medida que las edades giran, acercan toda la vida creada a su objetivo. La agonía del pasado y el presente deben leerse junto con el desarrollo final y la armonía, cuando las muchas "obras" serán como una gran obra del Divino Artífice. La fe no es solo una lucha contra las apariencias; la fe es también una amplia generalización, que mira al fin último de todas las cosas, y puede cantar en simpatía con el espíritu del salmista: "El Señor se regocijará en sus obras". ¿No debemos mirar a la edad adulta si queremos entender la infancia?

III. ¿Qué hay de la gloria y el gozo de Dios en relación con esas obras y formas que es función especial del maestro cristiano desarrollar e ilustrar? Delante de su presencia estará la paz de paloma, la caridad suave, la inocencia casta, la fe mansa y la esperanza paciente, en todas las formas hermosas que han asumido; aquí, con modestia y dulzura de doncella; allí, en la verdad y la justicia martirizadas; aquí, en consagración juvenil arrebatada con su carne de rocío sobre ella; allí, en madura devoción salpicada por las nieves de venerable edad; aquí, vidas infantiles, meros brotes de belleza moral llevados a florecer en medio de escenas sin invierno; allí, vidas de tranquila belleza, pasaban fácilmente en medio del fuerte clamor de piedad sensacional.

Todo esto forma parte de sus múltiples obras, sobre las cuales, como tesoros reunidos con seguridad, respirará el espíritu eterno de la paz indecible; y en la cual, discerniendo su imagen reflejada, se regocijará. Frutos estos de Su gracia redentora, trofeos de Su misericordia que todo lo conquista, para el regocijo eterno. ( GJ Proctor .)

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