Vi a los transgresores y me entristecí; porque no guardaron tu palabra.

Dolor cristiano por los transgresores

Una de las influencias y resultados de la verdadera piedad en el corazón es mover su sensibilidad a favor de los intereses y el bienestar de los demás. Se nos presenta un ejemplo entre muchos en el texto, el autor del cual probablemente fue Esdras, a quien, como sacerdote de Jehová, tenía el deber de purificar al pueblo de sus abominaciones a su regreso del cautiverio, y de asentarse las instituciones mediante las cuales, cuando fueran restaurados a la tierra de sus antepasados, serían recuperados. Había realizado una encuesta sobre el estado de la sociedad, tanto en su propio país como en otras naciones, y su espíritu se agitó dentro de él.

I. Una contemplación de los hábitos y el carácter predominantes de la humanidad. "Contemplé a los transgresores".

1. Dios ha establecido realmente una ley para el gobierno de la humanidad.

2. Existe entre la humanidad una rebelión prevalente y espantosamente extendida contra esta ley.

3. El caso de los que se rebelan contra la ley divina debe ser, por mentes piadosas, objeto de frecuente y seria contemplación.

II. Un registro de las emociones que esta contemplación produce propia y especialmente en la mente piadosa. “Vi a los transgresores y me entristecí”.

1. Por qué motivos debe excitarse esta emoción.

(1) Porque la transgresión es un insulto para Dios.

(2) Porque la transgresión es tan fatal para la felicidad de la humanidad.

2. A qué conducta debe impulsar esta emoción.

(1) A la inconformidad personal y la separación de las transgresiones de las que somos testigos y por las que nos lamentamos.

(2) Al esfuerzo personal en la difusión de esa verdad que Dios ha designado como el instrumento para reconciliar y salvar. ( J. Parsons. )

Preocupación llorosa por los impíos

El evangelio no es en primer lugar una denuncia del pecado, ni un pronunciamiento de castigo. Es un anuncio de buenas noticias. "Dr. Dale me dijo una vez en su estudio que sólo conocía a un hombre que tenía derecho a hablar de la posibilidad de que se perdiera un alma. '¿Quién es ese?' Yo consulté; y él respondió: 'Dwight Lyman Moody. La razón es que nunca lo hizo sin lágrimas en su voz, y nunca sin pasar a proclamar cómo ese hombre podría salvarse '”( Campbell Morgan ) .

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