Supliqué tu favor con todo mi corazón: ten misericordia de mí según tu palabra.

Los deberes que marcan el comienzo del curso cristiano

I. La consideración de nuestros caminos.

1. Se toma a sí mismo para considerar:

(1) no las costumbres de otras personas, fisgoneando oficiosamente en sus personajes, escudriñando lo que está mal en ellos, etc.

(2) Ni la luz con la que otras personas miran sus propios caminos.

2. Sino sus propios caminos, como son en realidad, y como aparecen a los ojos de ese Dios, que prueba el corazón y las riendas.

II. Atención a la palabra de Dios.

1. El estado pecaminoso y perdido del hombre.

2. El gran remedio para esto.

III. Oración ferviente por la misericordia y la gracia ofrecidas por Dios.

1. El objeto de su oración: el favor de Dios y la misericordia de Dios según Su Palabra.

2. La cordialidad de su oración.

IV. Una obediencia inmediata a los mandamientos de Dios.

1. La naturaleza de su obediencia. No es la obediencia de un ángel que nunca pecó; choza de un pecador bajo una dispensación de misericordia.

2. Esta obediencia es inmediata; es netamente retrasado, pero atendido de inmediato.

(1) Porque es consciente de la brevedad e incertidumbre de su vida.

(2) Porque, aunque se le perdone la vida, es posible que no sus facultades.

(3) Porque, aunque le sean continuados tanto su vida como sus facultades, se le puede negar la gracia de Dios, sin la cual todos los intentos de obediencia cristiana deben ser completamente vanos.

(4) Porque, aunque este, el más tremendo de todos los juicios, no debería serle infligido, aún así, con su demora, solo aumentaría las dificultades de su obediencia, siempre que se dispusiera a hacerlo.

(5) Porque con su demora perdería todo ese consuelo y dulce satisfacción mental que son los acompañamientos ordinarios de la obediencia.

(6) Porque con tal demora perdería también tantas oportunidades de nunca recuperarse de hacer el bien al hombre y de glorificar al Dios de su salvación; y--

(7) Porque sufriría materialmente en cuanto a su estado eterno; porque, aunque la idea de mérito debe excluirse por completo y nuestra admisión al cielo debe atribuirse únicamente a la misericordia de Dios en Cristo; aun así, por esa misma misericordia, ningún intento sincero de obediencia, ni siquiera la concesión de un vaso de agua fría, dado sobre principios verdaderamente cristianos, fallará en una abundante y generosa recompensa. ( John Natt, BD )

Leyes para el otorgamiento de la Divina misericordia

I. Principios o leyes de acuerdo con los cuales Dios muestra misericordia.

1. Su propio placer.

2. Por Jesucristo.

3. Limita su ejercicio más elevado al arrepentido y piadoso.

4. Su propia gloria.

II. Por qué la mente devota haría que se respetasen siempre estas leyes. ( Página JR. )

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