Todos son Tus siervos.

Todas las cosas son Tus siervos

El salmista encuentra la Palabra de Dios en la naturaleza, en todo el universo físico. Para él, el orden universal hablaba de Aquel que ordenó todas las cosas según el beneplácito de Su voluntad. Detrás de todas las fuerzas y leyes vio una Mano que todavía los gobernaba y un Corazón que todavía podía sentir por aquellos que sufrían bajo las férreas necesidades de la naturaleza. Habiendo encontrado a Dios en el mundo exterior de la naturaleza, lo encuentra también en el mundo interior de la providencia.

Como la vida solo puede surgir de la vida, él creía que nuestra vida solo podía provenir del Viviente. Y la vida humana está guiada en todo su curso, de generación en generación, y en medio de todos los cambios del tiempo, por la voluntad verdadera y fiel en la que tuvo su origen. Si esta es una inferencia demasiado grande para extraer de las palabras, "Tu fidelidad es por todas las generaciones", está ampliamente garantizado por estas otras palabras, "Todas las cosas son tus siervos", y la aplicación de ellas que el salmista hace a su propias condiciones y perspectivas.

Lo que nos resulta más difícil de comprender es la conclusión práctica a la que llega el salmista. Encontramos mucho en la naturaleza que es amigable; también encontramos muchas cosas que nos parecen crueles y hostiles. La evidencia no está toda de un lado; y por eso nuestro veredicto a menudo pende de dudas. Sería un consuelo inefable para nosotros creer que todas las cosas sirven a Dios y, por tanto, nos sirven a nosotros; pero ¿cómo creerlo a pesar de los hechos crueles y dolorosos con los que la experiencia cotidiana nos enfrenta? Si no le fuera imposible creer en la verdad y la bondad de Dios, incluso cuando Dios se escondió de él en nubes tan densas y oscuras como estas, no debería ser imposible para nosotros conocer a Dios mejor que él, y tener mucha más razón para confiar en él.

qué más podemos hacer? Mientras nos enfrentamos a los ceñudos misterios del tiempo y el cambio, solo tenemos una alternativa. O debemos comprenderlos todos nosotros mismos, o esperar comprenderlos, o debemos confiar en Aquel que sí los comprende, aunque nosotros no. Por tanto, nuestra única esperanza de descanso y paz radica en confiar en Aquel de quien nada se esconde, en creer que, porque todas las cosas le sirven, todas deben servirnos a nosotros.

¿Es esa fe imposible, o incluso irrazonable? No si creemos en Dios y en la Palabra de Dios. La fe es inevitable para aquellos que saben tan poco como nosotros. La única pregunta es qué creeremos, en quién confiaremos. ( Samuel Cox, DD )

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