Por esto rogué al Señor tres veces, que se apartara de mí.

Ver. 8. Rogué al Señor tres veces ] es decir, con frecuencia y con fervor. Dios no respeta la aritmética de nuestras oraciones, cuántas son; no la retórica de nuestras oraciones, cuán ordenadas son; ni la geometría de nuestras oraciones, qué tan largas son; ni la música de nuestras oraciones, qué melodiosas son; ni la lógica de nuestras oraciones, qué metódicas son; pero la divinidad de nuestras oraciones, qué corazón brota. No los dones, sino las gracias prevalecen en la oración.

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