Entonces el rey Nabucodonosor se asombró, y se levantó apresuradamente, habló y dijo a sus consejeros: ¿No echamos a tres hombres atados en medio del fuego? Ellos respondieron y dijeron al rey: Es cierto, rey.

Ver. 24. Entonces el rey Nabucodonosor se asombró. ] Dios pronto puede asombrar al más valiente; como hizo con el tirano Dioclesiano, que derribó el imperio descontento porque no podía, como deseaba, desarraigar la religión cristiana, tal fue la constancia y el coraje de sus profesores. Antonino el emperador promulgó un edicto en Asia en el sentido de que ningún cristiano debía ser perseguido; porque, dijo, es su alegría morir: son vencedores y te vencen.

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