Sin embargo, ahora, si perdonas su pecado; y si no, bórrame, te ruego, de tu libro que has escrito.

Ver. 32. Límpiame, te lo ruego. ] Dios nunca reveló su amor a Moisés más que cuando oró con fervor por el pueblo de Dios. Joab nunca agradó más a David que cuando intercedió por Absalón.

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