He aquí, todas las almas son mías; como el alma del padre, así también el alma del hijo es mía: el alma que pecare, esa morirá.

Ver. 4. He aquí que todas las almas son mías. ] Para que para mostrar mi soberanía pueda hacer con ellos lo que veo bien. Sin embargo, déjeme decirle que no mato a nadie más que por sus pecados, es decir, idque ipsi sua iniustitia eventit, non iniuria mea, la culpa es meramente en él mismo; Hay tan pocas razones para que seas tan pendenciero y contundente contra mí.

El alma que peque, esa morirá, ] es decir, sufrirá por su pecado, ya sea aquí o en el futuro, sin arrepentimiento. Cada uno llevará su propia carga, cada tina se apoyará en su propio fondo, y cada zorro cederá su propia piel al desollador, como proverbialmente pueden decir los judíos de la actualidad.

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