Dejaos del hombre, cuyo aliento [está] en su nariz; porque ¿por qué será contado?

Ver. 22. Dejaos del hombre. ] Hombre o medios, ayudas humanas y comodidades de las criaturas; no creas que estos pueden protegerte de un Dios airado, o que te puedan hacer frente a su fuego. No confíes en los príncipes, ni en el hijo del hombre, en quien no hay ayuda. Su aliento sale, vuelve al polvo, en ese mismo día perecen sus pensamientos dorados. Sal 146: 3-4 Ver Trapp en " Sal 146: 3 " Ver Trapp en " Sal 146: 4 "

Cuyo aliento está en sus fosas nasales.] A cada momento listo para exhalar, como lo hizo el emperador Jovinian; un buen emperador, pero reinó sólo siete meses, asfixiado, como se cree, por el olor de su dormitorio recién encalado, donde había ordenado que se hiciera un gran fuego en una noche fría. a De ahí Jerónimo; - Jovino, que sucedió Juliano el apóstata en el imperio, whenas sin embargo, había escasa probado de la bondad de la misma, faetore prunarum suffocatus interiit, b murió sofocada con el hedor de brasas calientes, declarando a todos los hombres lo que un hombre pobre es en su mayor poder. El Cardenal de Lorena fue iluminado a su alojamiento y a su larga casa a la vez por una antorcha envenenada; El Papa Adriano IV fue ahogado por una mosca que se le metió en la tráquea, 1159 d.C.C

Porque ¿en qué ha de ser estimado?] Todo su poder sin Dios no es más que debilidad, toda su sabiduría locura, toda su abundancia de pobreza. ¿Qué es el hombre, dice un padre, sino alma y suelo? d Aliento y cuerpo; una ráfaga de viento la una, un montón de polvo la otra, ninguna solidez en ninguna. Abstinete ergo vos ab ipso homine - nam quanti est? ¿Qué cuentas se le ha de hacer?

un Eutrop. Oros.

b En Epitap. Nepotiano.

c Bevius, De Vit. Lápiz.

d Nους και χους. - Greg. Naz.

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