Tú dijiste: ¡Ay de mí ahora! porque el SEÑOR ha añadido dolor a mi dolor; Me desmayé en mis suspiros y no encuentro descanso.

Ver. 3. Dijiste, ] es decir, pensaste, como una pobre criatura pusilánime como eres. Pero Jeremías pudo compadecerse de él en esta enfermedad, porque en algún momento había sido su propio caso, Jer 15:10 y puede que le ocurra lo mejor. Reza por mí, te digo, reza por mí, dijo el padre Latimer, porque a veces soy tan temeroso y tan débil de corazón que hasta me puedo topar con la madriguera de un ratón.

Porque el Señor ha añadido dolor a mi dolor. ] Así que a menudo nos quejamos, non quia dura sed quia molles patimur, sin causa, por debilidad mental. Y cuando hablamos de nuestras cruces, a menudo somos elocuentes más allá de la verdad; sumamos, multiplicamos, subimos en nuestro discurso, como aquí.

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