Sí, ¿de qué me beneficiará la fuerza de sus manos, en quienes pereció la vejez?

Ver. 2. Sí, en qué me beneficiaría la fuerza de sus manos ] Porque, para decir la verdad (así Beza parafrasea aquí), la fuerza de esos jóvenes listillos no me hubiera podido ayudar en absoluto; y en cuanto a la vejez de sus padres, fue tal que, habiendo pasado la mayor y mejor parte de su vida en parte en la ociosidad y en parte en diversas travesuras malvadas y lascivas, podría parecer dignamente haber vivido en vano todo lo que tiempo.

Así él. Los griegos dicen, Eργα νεων, y los latinos, Iuniores ad labores, los jóvenes son aptos para el trabajo duro, porque son fuertes y lujuriosos. Pero estos Sanuiones en el texto eran, por holgazanería, meras nulidades en el mundo, superfluidades en la tierra, el cinturón podrido de Jeremías, que no sirvió para nada más que para devorar víveres; sabandijas, monos, monos, toda su vida consistía en comer y beber (cuando podían hacerlo), dormir, divertirse, y burlarse de los afligidos de Dios, con palabras tan llenas de desprecio como el ingenio profano o la malicia rencorosa pueden hazlos. Estos son excrementos en la sociedad humana; plagas, la Escritura les da estilo, Salmo 1:1 (λοιμοι. Septuag.).

¿En quién pereció la vejez? ] Sus padres también eran viejos imbéciles, en ipsa senectute, senectute carentes, viejos, pero no sabios (Moriae Encore.); como los Brabanti, de quienes se dice que son los más viejos los tontos. Algunos hombres viven mucho, pero sirven para poco. Non ille diu vixit, sed diu fuit, dice Séneca de alguien: No ha vivido mucho, sino que ha vivido mucho; como un barco en una tormenta, se le ha sacudido mucho, pero no navegó nada.

Aquellos ancianos que no han adquirido sabiduría por una larga experiencia no son dignos de sus años; pereció su vejez y perdió su honor. La Vulgata lo traduce, Fueron considerados indignos de la vida misma: Depontani.

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