Pero gloria, honra y paz a todo hombre que hace el bien, al judío primeramente, y también al gentil.

Ver. 10. Paz ] Seguridad aquí y salvación en el más allá.

A todo hombre que hace el bien ] Sin embargo, no por su trabajo, porque no hay proporción entre el trabajo y el salario; no más que entre en pocas palabras. Por tanto, murió blasfemadamente aquel desdichado monje que dijo: Redde mihi aeternam vitam quam debes, Págame la vida eterna, que me debes. ¿Y cómo se atreve Belarmino a decir que las buenas obras son mercatura regni caelestis, el precio que pagamos por el cielo? o ese otro papista, Dios no lo quiera, que gocemos del cielo como una mera limosna para nosotros: no, lo tenemos por conquista. ¡Extraña insolencia!

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