En tu mano encomiendo mi espíritu; tú me redimiste, oh SEÑOR, Dios de verdad.

Ver. 5. En tu mano encomiendo mi espíritu ] Así lo hizo nuestro Salvador, así lo hizo San Esteban, y los buzos de los mártires moribundos, con estas mismas palabras, muy aptas y adecuadas seguramente para tal propósito. Pero qué desgraciado fue que Huberus, que murió con estas palabras en la boca, entrego mis bienes al rey, mi cuerpo a la tumba y mi alma al diablo.

Tú has redimido ] Y por eso tienes derecho a mí.

Señor Dios de verdad ] Yo sé en quién he confiado.

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