12-17 El apóstol sabía que justamente habría perecido, si el Señor se hubiera extremado para marcar lo que estaba mal; y también si su gracia y misericordia no hubieran sido abundantes para él cuando estaba muerto en el pecado, obrando la fe y el amor a Cristo en su corazón. Este es un dicho fiel; estas son palabras verdaderas y fieles, de las que se puede depender, que el Hijo de Dios vino al mundo, voluntariamente y a propósito para salvar a los pecadores. Ningún hombre, con el ejemplo de Pablo ante él, puede cuestionar el amor y el poder de Cristo para salvarlo, si realmente desea confiar en él como el Hijo de Dios, que una vez murió en la cruz, y ahora reina en el trono de la gloria, para salvar a todos los que vienen a Dios a través de él. Admiremos, pues, y alabemos la gracia de Dios nuestro Salvador; y atribuyamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, tres Personas en la unidad de la Divinidad, la gloria de todo lo que se hace en, por y para nosotros.

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