1-6 No cabe duda de que el apóstol habla de sí mismo. Si las cosas celestiales fueron llevadas a él, mientras su cuerpo estaba en trance, como en el caso de los antiguos profetas; o si su alma fue desalojada del cuerpo por un tiempo, y llevada al cielo, o si fue llevado, cuerpo y alma juntos, él no lo sabía. No somos capaces, ni es conveniente que conozcamos todavía, los detalles de ese glorioso lugar y estado. No intentó publicar al mundo lo que había oído allí, sino que expuso la doctrina de Cristo. Sobre ese fundamento está edificada la iglesia, y sobre él debemos construir nuestra fe y esperanza. Y si bien esto nos enseña a ampliar nuestras expectativas de la gloria que será revelada, debe hacer que nos contentemos con los métodos habituales de aprender la verdad y la voluntad de Dios.

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