8-11 La mayoría de los hombres sienten placer al contemplar los acontecimientos futuros, y a todos los hombres buenos les gusta recibir una palabra de Dios. Pero cuando este libro de profecías fuera digerido a fondo por el apóstol, su contenido sería amargo; había cosas tan espantosas y terribles, persecuciones tan graves del pueblo de Dios, desolaciones tan grandes en la tierra, que la previsión y el conocimiento de ellas serían dolorosos para su mente. Procuremos ser enseñados por Cristo, y obedecer sus órdenes; meditando diariamente su palabra, para que alimente nuestras almas; y declarándola luego según nuestras diversas estaciones. La dulzura de tales contemplaciones se mezclará a menudo con la amargura, mientras comparamos las Escrituras con el estado del mundo y de la iglesia, o incluso con el de nuestros propios corazones.

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