10-17 Moisés continuó mostrando reticencia ante la tarea que Dios tenía planeada para él; había mucha cobardía, pereza y falta de fe en él. No debemos juzgar a las personas por la rapidez de su discurso. Mucho de sabiduría y verdadero valor pueden encontrarse en alguien con una lengua lenta. A veces, Dios elige como sus mensajeros a aquellos que tienen menos ventajas en el arte o la naturaleza, para que su gracia en ellos pueda resplandecer aún más gloriosamente. Los discípulos de Cristo no eran oradores, hasta que el Espíritu Santo los hizo tales. Dios condesciende a responder a la excusa de Moisés. Incluso la falta de confianza en uno mismo, cuando nos impide cumplir un deber o nos dificulta hacerlo, desagrada mucho al Señor. Pero mientras culpamos a Moisés por retroceder de este servicio peligroso, examinemos nuestros propios corazones para ver si no estamos descuidando deberes más fáciles y menos peligrosos. La lengua de Aarón, con la cabeza y el corazón de Moisés, harían a alguien completamente apto para esta tarea. Dios promete: "Yo estaré con tu boca, y con su boca". Incluso Aarón, que podía hablar bien, no podría hablar con eficacia a menos que Dios le diera enseñanza y ayuda constantes; porque sin la ayuda constante de la gracia divina, los mejores dones fracasarán.

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