16-18 Una nueva creación a la imagen de Cristo, como muestra de la fe en él, es la mayor distinción entre un hombre y otro, y se declara una bendición sobre todos los que caminan según esta regla. Las bendiciones son: paz y misericordia. La paz con Dios y con nuestra conciencia, y todas las comodidades de esta vida, en la medida en que sean necesarias. Y la misericordia, un interés en el amor gratuito y el favor de Dios en Cristo, el manantial y la fuente de todas las demás bendiciones. La palabra escrita de Dios es la regla a la que debemos atenernos, tanto en sus doctrinas como en sus preceptos. Que su gracia esté siempre con nuestro espíritu, para santificarnos, vivificarnos y animarnos, y que estemos siempre dispuestos a mantener el honor de lo que es realmente nuestra vida. El apóstol tenía en su cuerpo las marcas del Señor Jesús, las cicatrices de las heridas de los enemigos perseguidores, por su adhesión a Cristo y a la doctrina del Evangelio. El apóstol llama a los gálatas sus hermanos, en lo que muestra su humildad y su tierno afecto por ellos; y se despide con una oración muy seria, para que puedan gozar del favor de Cristo Jesús, tanto en sus efectos como en sus evidencias. No necesitamos desear más para ser felices que la gracia de nuestro Señor Jesucristo. El apóstol no ora para que la ley de Moisés, o la justicia de las obras, sino para que la gracia de Cristo esté con ellos; para que esté en sus corazones y en sus espíritus, vivificándolos, consolándolos y fortaleciéndolos: a todo lo cual pone su amén, significando su deseo de que así sea, y su fe en que así sea.

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