28-33 Aquí hay una declaración clara de la venida de Cristo desde el Padre, y su regreso a él. El Redentor, en su entrada, fue Dios manifestado en la carne, y en su salida fue recibido en la gloria. Con este dicho los discípulos mejoraron en conocimiento. También en la fe; "Ahora estamos seguros". Ay, no conocían su propia debilidad. La naturaleza divina no abandonó la naturaleza humana, sino que la apoyó, y puso consuelo y valor a los sufrimientos de Cristo. Y mientras tenemos la presencia favorable de Dios, somos felices, y debemos estar tranquilos, aunque todo el mundo nos abandone. La paz en Cristo es la única paz verdadera, sólo en él la tienen los creyentes. Por medio de él tenemos la paz con Dios, y así en él tenemos la paz en nuestra propia mente. Debemos estar animados, porque Cristo ha vencido al mundo ante nosotros. Pero mientras pensamos que estamos de pie, tengamos cuidado de no caer. No sabemos cómo debemos actuar si somos llevados a la tentación; velemos y oremos sin cesar, para que no seamos abandonados a nosotros mismos.

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