23-27 Pedir al Padre muestra un sentido de necesidades espirituales, y un deseo de bendiciones espirituales, con la convicción de que sólo pueden obtenerse de Dios. Pedir en nombre de Cristo, es reconocer nuestra indignidad para recibir cualquier favor de Dios, y muestra la plena dependencia de Cristo como el Señor nuestra Justicia. Hasta entonces, nuestro Señor había hablado con frases cortas y de peso, o con parábolas, cuyo significado los discípulos no entendían del todo, pero después de su resurrección se propuso enseñarles claramente las cosas relacionadas con el Padre y el camino hacia él, por medio de su intercesión. Y la frecuencia con la que nuestro Señor impone el ofrecimiento de peticiones en su nombre, muestra que el gran fin de la mediación de Cristo es impresionarnos con un profundo sentido de nuestra pecaminosidad, y del mérito y poder de su muerte, por la cual tenemos acceso a Dios. Y recordemos siempre que dirigirse al Padre en nombre de Cristo, o dirigirse al Hijo como Dios que habita en la naturaleza humana y reconcilia al mundo consigo, es lo mismo, ya que el Padre y el Hijo son uno.

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