5-13  Nuestro Señor Jesús, al responder a la pregunta de los discípulos, no satisface tanto su curiosidad como dirige sus conciencias. Cuando muchos se engañan, debemos despertarnos para mirar hacia nosotros mismos. Y los discípulos de Cristo, si no es por su propia culpa, pueden gozar de una santa seguridad y tranquilidad de espíritu, cuando todo alrededor está desordenado. Pero deben tener cuidado de no ser alejados de Cristo y de su deber para con él, por los sufrimientos que encontrarán por su causa. Serán odiados por todos los hombres: ¡suficiente problema! Sin embargo, la obra a la que fueron llamados debe continuar y prosperar. Aunque sean aplastados y derribados, el evangelio no puede serlo. La salvación prometida es más que la liberación del mal, es la bendición eterna.

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