19,20 Después de que el Señor habló, subió al cielo. Sentado es una postura de descanso, había terminado su obra; y una postura de gobierno, tomó posesión de su reino. Se sentó a la derecha de Dios, lo que denota su dignidad soberana y su poder universal. Todo lo que Dios hace con respecto a nosotros, nos da o acepta de nosotros, es por medio de su Hijo. Ahora es glorificado con la gloria que tenía antes del mundo. Los apóstoles salieron y predicaron por todas partes, de cerca y de lejos. Aunque la doctrina que predicaban era espiritual y celestial, y directamente contraria al espíritu y al temperamento del mundo; aunque encontró mucha oposición, y estaba totalmente desprovista de todos los apoyos y ventajas mundanas; sin embargo, en pocos años el sonido llegó hasta los confines de la tierra. Los ministros de Cristo no necesitan ahora hacer milagros para probar su mensaje; se ha demostrado que las Escrituras son de origen divino, y esto deja sin excusa a quienes las rechazan o las descuidan. Los efectos del Evangelio, cuando se predica fielmente y se cree de verdad, al cambiar el temperamento y el carácter de la humanidad, constituyen una prueba constante, una prueba milagrosa, de que el Evangelio es el poder de Dios para la salvación de todos los que creen.

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