33-37 El lenguaje de los hombres descubre de qué país son, así como de qué espíritu son. El corazón es la fuente, las palabras son las corrientes. Una fuente con problemas y un manantial corrupto deben enviar corrientes fangosas y desagradables. Nada más que la sal de la gracia, arrojada al manantial, sanará las aguas, sazonará el discurso y purificará la comunicación corrupta. Un hombre malvado tiene un tesoro malvado en su corazón, y de él nacen cosas malas. La lujuria y la corrupción, que habitan y reinan en el corazón, son un tesoro malvado, del cual el pecador saca malas palabras y acciones, para deshonrar a Dios y lastimar a otros. Mantengamos una vigilancia constante sobre nosotros mismos, para que podamos pronunciar palabras agradables al carácter cristiano.

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