34-39 Nuestro Señor declara las miserias que los habitantes de Jerusalén estaban a punto de acarrear, y habla de los sufrimientos que él iba a padecer. La gallina que reúne a sus polluelos bajo sus alas es un emblema adecuado del tierno amor del Salvador hacia los que confían en él, y de su fiel cuidado hacia ellos. Llama a los pecadores a refugiarse bajo su tierna protección, los mantiene a salvo y los alimenta hasta la vida eterna. La actual dispersión e incredulidad de los judíos, y su futura conversión a Cristo, fueron aquí predichas. Jerusalén y sus hijos han tenido una gran parte de culpa, y su castigo ha sido señalado. Pero dentro de poco, la merecida venganza caerá sobre toda iglesia que sea cristiana sólo de nombre. Mientras tanto, el Salvador está listo para recibir a todos los que vienen a él. No hay nada entre los pecadores y la felicidad eterna, sino su orgullosa e incrédula falta de voluntad.

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