1-6 Israel dio recompensas a sus ídolos, en las ofrendas que se les presentaron. Es común que aquellos que son mezquinos en la religión, sean pródigos de sus deseos. Se los considera idólatras, que aman una recompensa en el maizal mejor que una recompensa en favor de Dios y en la vida eterna. Están llenos de la alegría de la cosecha, y no tienen disposición para llorar por el pecado. Cuando hacemos el mundo, y sus cosas, nuestro ídolo y nuestra porción, es justo que Dios nos muestre nuestra locura y nos corrija. Nadie puede esperar morar en la tierra del Señor, que no estará sujeto a las leyes del Señor, ni será influenciado por su amor. Cuando disfrutamos de los medios de la gracia, debemos considerar lo que haremos, si nos los quitan. Si bien los placeres de la comunión con Dios están fuera del alcance del cambio, los lugares agradables comprados con plata, o en los que los hombres depositan plata, pueden quedar en ruinas. Ninguna hambruna es tan terrible como la del alma.

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