1-18 El relato que el salmista aquí da de sus problemas es muy aplicable a Cristo: muchos lo odiaron sin causa; más aún, el Señor mismo lo castigó mucho, lo lastimó y lo afligió, para que por sus llagas pudiéramos ser sanados. Dios es a veces la fuerza de su pueblo, cuando no es su canción; tienen apoyos espirituales, aunque quieren delicias espirituales. Si el creyente remonta su consuelo a la eterna bondad y misericordia de Dios, o si espera la bendición asegurada para él, encontrará abundantes motivos de alegría y alabanza. Cada respuesta a nuestras oraciones es una evidencia de que el Señor está de nuestro lado; y entonces no debemos temer lo que el hombre puede hacernos; deberíamos hacer nuestro deber a conciencia y confiar en él solo para aceptarnos y bendecirnos. Busquemos vivir para declarar las obras de Dios y alentar a otros a servirle y confiar en él. Tales fueron los triunfos del Hijo de David, en la seguridad de que la buena voluntad del Señor prosperaría en su mano.

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