4,5 Las promesas de Dios deberían acelerar nuestras oraciones. El camino de la santidad es recto; No hay vueltas ni desplazamientos en él. Pero los caminos de los pecadores son torcidos. Cambian de un propósito a otro, y se vuelven de aquí para allá para engañar; pero la desilusión y la miseria les sobrevendrán. Aquellos que se adhieren a los caminos de Dios, aunque puedan tener problemas en su camino, su fin será la paz. La súplica de su Salvador por ellos les asegura el poder de defensa y la preservación de la gracia de su Dios. Señor, cuéntanos con ellos, a tiempo y hasta la eternidad.

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