5-8 Mientras que el pueblo de Dios florecerá como la palmera cargada, o la aceituna verde y fructífera, sus enemigos se marchitarán como la hierba sobre las casas, que en los países orientales son planas, y lo que crece allí nunca madura; así sucede con los diseños de los enemigos de Dios. Ningún hombre sabio rezará al Señor para que bendiga a estas segadoras o segadoras. Y cuando recordamos cómo Jesús se levantó y reina; cómo se ha apoyado a su pueblo, como la zarza ardiente pero no consumida, no debemos temer

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