6-11 La forma de olvidar nuestras miserias es recordar al Dios de nuestras misericordias. David vio problemas provenientes de la ira de Dios, y eso lo desanimó. Pero si un problema sigue con fuerza después de otro, si todos parecen combinarse para nuestra ruina, recordemos que todos fueron nombrados y anulados por el Señor. David considera el favor divino como la fuente de todo el bien que buscaba. En el nombre del Salvador, esperemos y recemos. Una palabra de él calmará cada tormenta y convertirá la oscuridad de la medianoche en la luz del mediodía, las quejas más amargas en alabanzas alegres. Nuestra expectativa creyente de misericordia debe acelerar nuestras oraciones por ello. Finalmente, su fe salió del vencedor, al animarlo a confiar en el nombre del Señor y a permanecer en su Dios. Él agrega, Y mi Dios; Este pensamiento le permitió triunfar sobre todas sus penas y temores. Nunca pensemos que el Dios de nuestra vida, y la Roca de nuestra salvación, nos ha olvidado, si hemos hecho de su misericordia, verdad y poder, nuestro refugio. Así, el salmista luchó contra su abatimiento: finalmente su fe y esperanza obtuvieron la victoria. Aprendamos a revisar todas las dudas y temores incrédulos. Aplique la promesa primero a nosotros mismos y luego suplicar a Dios

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