16-23 La hipocresía es maldad, que Dios juzgará. Y es muy común, para aquellos que declaran los estatutos del Señor a otros, vivir en desobediencia a ellos mismos. Este engaño surge del abuso del paciencia de Dios y de un error deliberado de su carácter y la intención de su evangelio. Los pecados de los pecadores serán totalmente probados en ellos en el juicio del gran día. Se acerca el día en que Dios pondrá sus pecados en orden, los pecados de la infancia y la juventud, de la vejez y la vejez, para su eterna vergüenza y terror. Que aquellos hasta ahora olvidadizos de Dios, entregados a la maldad, o de alguna manera negligentes de la salvación, consideren su peligro urgente. La paciencia del Señor es muy grande. Es lo más maravilloso, porque los pecadores lo usan tan mal; pero si no se vuelven, se les hará ver su error cuando sea demasiado tarde. Los que se olvidan de Dios, se olvidan de sí mismos; y nunca estará bien con ellos hasta que lo consideren. El principal objetivo del hombre es glorificar a Dios: quien ofrezca alabanzas, lo glorifique y sus sacrificios espirituales serán aceptados. Debemos alabar a Dios, sacrificar la alabanza, ponerla en manos del Sacerdote, nuestro Señor Jesús, quien también es el altar: debemos ser fervientes en espíritu, alabando al Señor. Aceptemos agradecidamente la misericordia de Dios y tratemos de glorificarlo en palabra y obra.

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