7-15 Obedecer es mejor que el sacrificio, y amar a Dios y a nuestro prójimo mejor que todas las ofrendas quemadas. Aquí estamos advertidos de no descansar en estas actuaciones. Y tengamos cuidado de descansar en cualquier forma. Dios exige el corazón, y ¿cómo pueden los inventos humanos complacerlo, cuando se descuidan el arrepentimiento, la fe y la santidad? En el día de angustia debemos aplicar al Señor con ferviente oración. Nuestros problemas, aunque los vemos venir de la mano de Dios, deben llevarnos a él, no alejarnos de él. Debemos reconocerlo en todos nuestros sentidos, depender de su sabiduría, poder y bondad, y referirnos totalmente a él, y así darle gloria. Así debemos mantener la comunión con Dios; encontrándolo con oraciones bajo prueba, y con alabanzas en liberaciones. Un suplicante creyente no solo será amablemente respondido en cuanto a su petición, y también tendrá motivos para alabar a Dios, sino que también tendrá la gracia de alabarlo.

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