1-10 Si alabáramos a Dios aceptablemente, debemos alabarlo con sinceridad, con todo nuestro corazón. Cuando damos gracias por alguna misericordia en particular, debemos recordar misericordias anteriores. Nuestra alegría no debe estar en el regalo, tanto como en el Dador. Los triunfos del Redentor deberían ser los triunfos de los redimidos. El poder todopoderoso de Dios es el que los enemigos más fuertes y fuertes de sus enemigos no pueden soportar. Estamos seguros de que el juicio de Dios está de acuerdo con la verdad, y que con él no hay injusticia. Su pueblo puede, por fe, huir a él como su Refugio, y puede depender de su poder y promesa de su seguridad, para que no se les haga ningún daño real. Aquellos que lo conocen como un Dios de verdad y fidelidad, se regocijarán en su palabra de promesa, y descansarán sobre eso. Aquellos que lo conocen como un Padre eterno, confiarán en él con sus almas como su cuidado principal, y confiarán en él en todo momento, incluso hasta el final; y con constante cuidado buscan aprobarse ante él en todo el curso de sus vidas. ¿Quién está allí que no lo buscaría, que nunca ha abandonado a los que lo buscan?

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad