1-8 El que por fe elige a Dios como su protector, encontrará en él todo lo que necesita o puede desear. Y aquellos que han encontrado la comodidad de hacer del Señor su refugio, no pueden sino desear que otros puedan hacerlo. La vida espiritual está protegida por la gracia divina de las tentaciones de Satanás, que son como las trampas del cazador, y del contagio del pecado, que es una peste ruidosa. Se promete una gran seguridad a los creyentes en medio del peligro. La sabiduría evitará que tengan miedo sin causa, y la fe evitará que tengan demasiado miedo. Cualquier cosa que se haga, se hará la voluntad de nuestro Padre celestial; y no tenemos motivos para temer. El pueblo de Dios verá, no solo las promesas de Dios cumplidas, sino también sus amenazas. Entonces, que los pecadores vengan al Señor en su propiciatorio, a través del nombre del Redentor; y animar a otros a confiar en él también.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad