Ahora en cuanto a las vírgenes, de cualquier sexo. No tengo ningún mandamiento del Señor - Por una revelación particular. Tampoco era necesario que lo hiciera; porque los apóstoles no escribieron nada que no fuera divinamente inspirado: pero con esta diferencia, a veces tenían una revelación particular y un mandamiento especial; en otras ocasiones escribieron desde la luz divina que moraba con ellos, el tesoro permanente del Espíritu de Dios.

Y esta tampoco era su opinión privada, sino una regla divina de fe y práctica. Como alguien a quien Dios ha hecho fiel en mi oficio apostólico; quien, por tanto, entregue fielmente lo que recibo de él.

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