De ello se sigue claramente, el que tiene al Hijo, viviendo y reinando en él por fe. Tiene esta vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene esta vida: no tiene parte ni suerte en ella. En la primera cláusula, el apóstol dice simplemente, el Hijo; porque los creyentes le conocen: en este último, el Hijo de Dios; para que los incrédulos sepan cuán grande es la bendición que no alcanzan.

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