La gracia - O favor. De nuestro Señor Jesucristo - Solo por el cual podemos llegar al Padre. Y el amor de Dios - Manifestado a ti y que permanece en ti. Y la comunión - O compañerismo. Del Espíritu Santo: en todos sus dones y gracias.

Es con gran razón que esta bendición comprensiva e instructiva se pronuncia al final de nuestras solemnes asambleas; y es una cosa muy indecente ver a tantos dejarlos, o adoptar posturas de remoción, antes de que pueda terminar esta breve oración.

¡Cuántas veces hemos escuchado pronunciar esta terrible bendición! Estudiémoslo cada vez más para valorarlo proporcionalmente; para que podamos entregarlo o recibirlo con una reverencia digna, con los ojos y el corazón elevados a Dios, "quien da la bendición de Sion y la vida para siempre".

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