Y lo han vencido - Llevaron la causa en su contra. Por la sangre del Cordero, que limpia el alma de todo pecado y, por lo tanto, no deja lugar para acusar. Y por la palabra de su testimonio, la palabra de Dios, la cual creyeron y testificaron hasta la muerte. Así, por ejemplo, murió Olam, rey de Suecia, en el año 900, a quien sus propios súbditos habrían obligado a la idolatría; y, ante su negativa, lo mataron como sacrificio al ídolo que no adoraría. Lo mismo hicieron multitudes de cristianos bohemios, en el año 916, cuando la reina Drahomire planteó una severa persecución, en la que muchos "no amaron su vida hasta la muerte".

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