Las vestiduras de los sacerdotes estaban hechas para la gloria y la belleza: se debían proporcionar algunos de los materiales más ricos, y los artistas de cinturones empleados para hacerlos, cuya habilidad Dios, mediante un don especial, mejoraría en un grado muy alto. La eminencia, incluso en las artes comunes, es un don de Dios; viene de él, y debe usarse para él. Las prendas designadas eran, Cuatro, que vestían tanto el sumo sacerdote como los sacerdotes inferiores, a saber.

Los calzones de lino, la túnica de lino, el cinto de lino que los abrochaba, y la cofia; lo que vestía el sumo sacerdote se llama mitra. Cuatro más que eran peculiares del sumo sacerdote, el efod, con su curioso cinto, el pectoral del juicio, el manto largo y el plato de oro en la frente. Estas gloriosas vestiduras fueron designadas para que los mismos sacerdotes se preocuparan por la dignidad de su oficio.

Que de ese modo el pueblo pudiera poseer una santa reverencia de ese Dios cuyos ministros aparecían con tanta grandeza. Para que los sacerdotes sean tipos de Cristo y de todos los cristianos a quienes se les ha puesto la hermosura de la santidad.

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