Sepárame a Bernabé y a Saulo para el trabajo al que los he llamado: esto no los ordenaba. San Pablo fue ordenado mucho antes, y no de hombres, ni por hombres: solo lo indujo a la provincia para la cual nuestro Señor lo había designado desde el principio, y que ahora fue revelada a los profetas y maestros. Como consecuencia de esto, ayunaron, oraron y les impusieron las manos, rito que no solo se usaba en la ordenación, sino en la bendición y en muchas otras ocasiones.

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