Epístola de Ignacio a Policarpo

Asimismo, exhortad a mis hermanos, en el nombre de Jesucristo, a que amen a sus mujeres, como el Señor a la Iglesia[30].

Tertuliano contra Marción Libro V

y otra vez, del mismo modo: "El que ama a su mujer, ama a su propia carne, como Cristo amó a la Iglesia"[839].

Epístola de Cipriano LXXIII

Pero si la regeneración está en el lavamiento, es decir, en el bautismo, ¿cómo puede la herejía, que no es la esposa de Cristo, engendrar hijos para Dios por medio de Cristo? Porque sólo la Iglesia, unida y unida a Cristo, engendra espiritualmente hijos; como dice el mismo apóstol: "Cristo amó a la Iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, purificándola con el lavamiento del agua"[14].

Discurso de Metodio III. Talia

del agua por la Palabra"[37]

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