25. Maridos, amen a sus esposas. De los esposos, por otro lado, el apóstol exige que no aprecien a sus esposas amor ordinario; porque a ellos también les ofrece el ejemplo de Cristo, así como Cristo también amó a la iglesia. Si se sienten honrados de llevar su imagen y de ser, en cierta medida, sus representantes, también deberían parecerse a él en el desempeño del deber.

Y se entregó por ello. Esto tiene la intención de expresar el fuerte afecto que los esposos deben sentir por sus esposas, aunque él aprovecha la ocasión, inmediatamente después, para recomendar la gracia de Cristo. Dejemos que los esposos imiten a Cristo a este respecto, que él se escrupuló para no morir por su iglesia. Una consecuencia peculiar, de hecho, que resultó de su muerte, que redimió a su iglesia, está más allá del poder de los hombres para imitar.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad