Tertuliano a la escápula

Podemos señalarles también la muerte de algunos gobernantes provinciales, quienes en sus últimas horas tenían dolorosos recuerdos de su pecado al perseguir a los seguidores de Cristo[6].

Lactancio De la manera en que murieron los perseguidores

El hedor era tan asqueroso que impregnaba no sólo el palacio, sino toda la ciudad; y no es de extrañar, porque para entonces los conductos de su vejiga e intestinos, habiendo sido devorados por los gusanos, se volvieron indiscriminados, y su cuerpo, con intolerable angustia, se disolvió en una masa de corrupción.[29]

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Antiguo Testamento