No temáis.

Los esplendores de la visión, la majestad y el brillo de la Persona que tenía ante él, llenaron a Juan de tal asombro que fue vencido y cayó a tierra. Entonces Cristo puso sobre él su mano, la misma mano amorosa cuya presión Juan había sentido a menudo, y luego dijo: "No temas". Su venida a los que le aman es siempre en amor.

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Nuevo Testamento