Les mostró sus manos y su costado.

El Señor mostró sus heridas para convencerlos más allá. duda de que no lo fuera. fantasía o una aparición, pero el crucificado resucitado... semana después muestra sus heridas a Tomás. El cuerpo resucitado llevaba todavía estas pruebas de su sufrimiento y de su amor. Sesenta años más tarde, cuando Juan, en Patmos, vio al León de la Tribu de Judá, vio "un Cordero como si hubiera sido inmolado". Quizás nuestro Señor en la gloria siga llevando las marcas de la cruz.

Tal vez estos nos recordarán para siempre, mientras contemplamos la gloria, la historia de nuestra redención. Cuando los apóstoles vieron estas marcas se alegraron. Toda duda había desaparecido. La prueba era indiscutible. El Salvador había resucitado en verdad.

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Nuevo Testamento