Les mostró sus manos ; para convencerlos de que ciertamente resucitó de entre los muertos. Cristo apeló y admitió la corrección del juicio de nuestros sentidos. A éstos se dirigieron las evidencias de sus milagros y de su resurrección. Por éstos se supo con perfecta certeza que sus milagros eran reales, y su resurrección verdadera; por estos también se sabe, con igual certeza, que la doctrina de la transubstanciación es falsa.

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Antiguo Testamento