Ver 13. Y uno de la compañía le dijo: Maestro, habla a mi hermano, que parta conmigo la heredad. 14. Y él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto por juez o divisor sobre ti? 15. Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.

Ambrosio; Todo el pasaje anterior se da para prepararnos para sufrir sufrimiento por confesar al Señor, o por desprecio de la muerte, o por la esperanza de la recompensa, o por la denuncia del castigo que le espera a aquel a quien nunca se le concederá el perdón. Y como generalmente la avaricia suele probar la virtud, para destruir también ésta, se añade precepto y ejemplo, como está dicho: Y uno de la multitud le dijo: Di a mi hermano, que parta conmigo la herencia.

TEOFILO. Como estos dos hermanos discutían acerca de la división de su herencia paterna, se sigue que uno pretendía defraudar al otro; pero nuestro Señor nos enseña que no debemos fijarnos en las cosas terrenales, y reprende al que lo llamó a la división de la herencia; como sigue: Y él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto por juez o divisor sobre ti?

BEDA; El que quiere imponer el problema de la división de tierras al Maestro que está encomendando los goces de la paz celestial, con razón se llama hombre, según eso, mientras que entre ustedes hay envidia, contienda y divisiones, ¿no son ustedes hombres?

Cirilo; Ahora bien, el Hijo de Dios, cuando se hizo semejante a nosotros, fue designado por Dios Padre para ser Rey y Príncipe en su santo Monte de Sion, para dar a conocer el mandato divino.

Ambrosio; Bien, pues, evita las cosas terrenas el que había descendido por las cosas divinas, y no se digna ser juez de contiendas ni árbitro de leyes, teniendo juicio de vivos y muertos y retribución de obras. Considerad, pues, no lo que buscáis, sino a quién se lo pedís; y no debes suponer ansiosamente que los mayores deben ser perturbados por los menores. Por tanto, este hermano está merecidamente defraudado, que quiso ocupar al mayordomo de las cosas celestiales con cosas corruptibles, viendo que entre hermanos no debe intervenir ningún juez, sino que el afecto natural debe ser el árbitro para dividir el patrimonio, aunque la inmortalidad no las riquezas debe ser el patrimonio que los hombres deben esperar.

BEDA; Aprovecha la ocasión de este insensato suplicante para fortalecer tanto a las multitudes como a sus discípulos por medio del precepto y el ejemplo contra la plaga de la codicia. De donde se sigue que les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; y dice, de todo, porque algunas cosas parecen que se hacen honradamente, pero el juez interno decide con qué intención se hacen.

Cirilo; O dice, de toda codicia, es decir, grande y pequeña. Porque la avaricia es inútil, como dice el Señor: Construiréis casas de piedra labrada, y no habitaréis en ellas. Y en otra parte, Sí, diez acres de viñas producirán un bat, y la semilla de un homer producirá un efa. Pero también de otra manera es inútil, como muestra, añadiendo: Porque la vida del hombre no consiste en la abundancia, etc.

TEOFILO. Esto dice nuestro Señor para reprender los motivos de los avaros, que parecen amontonar riquezas como si fueran a vivir mucho tiempo. Pero, ¿alguna vez la riqueza te hará vivir más tiempo? ¿Por qué, pues, os cuesta manifiestamente padecer males en aras de un reposo incierto? Porque es dudoso que debas llegar a la vejez, por la cual acumulas tesoros.

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