Verso 2. Que ya no debería.

Habiéndonos puesto de parte de Cristo, anunciamos que el pecado ya no tiene ningún derecho sobre nosotros. Dejamos de pecar. Este es nuestro reclamo y nuestro deber. Ya no vivimos en los deseos de la carne. No les debemos lealtad alguna. Ahora es un enemigo para nosotros y, como tal, luchamos contra él. La voluntad de Dios está en contra de los deseos de la carne, y estamos viviendo ahora como sujetos a la voluntad de Dios, y por esa voluntad somos gobernados y controlados.

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Antiguo Testamento